miércoles, 5 de diciembre de 2007

Homicidios de cantantes mexicanos generan temor en músicos


Las víctimas recientes de la violencia contra intérpretes "gruperos" en México le cantaban al amor y al abandono, nada de drogas y armas. Pero aunque los homicidios de cantantes de "narco-corridos" a principios de año llamaron la atención, los nuevos ataques generan temor en el mundo de la música en el país.

Después de los homicidios brutales de varios músicos, incluido Sergio Gómez que era el cantante del exitoso grupo K-Paz de la Sierra, hasta los cantantes de géneros tradicionales están preocupados de que inadvertidamente sean identificados con las bandas del narcotráfico en pugna.

"¿Qué puedo decir?. Estamos consternados por esto. Quiero decir, todos estamos en el mismo barco", expresó Javier Díaz, representante de Los Tucanes del Norte, un grupo popular que a menudo posa con rifles de asalto para promover sus canciones y sus videos con escenas de violencia.

Ninguna de las víctimas recientes abordaba el asunto de las drogas en sus baladas, aunque Gómez al parecer había sido amenazado de muerte para que no se presentara en la capital del estado occidental de Michoacán, una región afectada por el narcotráfico donde fue torturado y estrangulado el domingo.

Existe el temor de que algunos cantantes, tengan o no cualquier vínculo con los cárteles de las drogas, sean "adoptados" por las bandas del narcotráfico, que han presentado en internet videos en que torturan y ejecutan a adversarios al tiempo que se escuchan canciones populares.

"Esto preocupa a la gente, porque cuando se va a un concierto nunca se sabe qué va a pasar, si alguien puede resultar herido", dijo Pablo Zuack, coordinador de prensa de Bandamax, un canal de la televisión de renta especializado en la música norteña mexicana. "Cuando se entrevista a un artista, nunca se sabe si será la última noticia sobre él".

Elijah Wald, autor del libro "Narcocorrido", dijo que los temores de los músicos tienen justificación.

"Hace poco secuestraron y asesinaron a una importante estrella internacional que viajaban con guardaespaldas", señaló. "Ese es un mensaje muy claro: 'Podemos atrapar a cualquiera'".

Carolina Jaramillo, publicista que representó a Gómez y otros artistas, dijo que hasta donde sabe Gómez no tenía vínculos con el narcotráfico y por lo tanto no tiene razones para explicarse el ataque.

"Este año, y el año pasado, hemos visto mucha violencia", expresó.

El representante de Gómez, quien también se llama Sergio Gómez, declaró a la cadena Televisa que el cantante no tenía relación con el narcotráfico, pero que en la mañana del domingo recibió amenazas en que le advertían que no se presentara en Morelia, donde se han enfrentado dos temidas bandas de las drogas.

El grupo canceló el año pasado un concierto en Morelia luego de recibir amenazas similares, de acuerdo con el representante de la banda musical Mario Olvera, y Gómez se negó a cancelar otra presentación.

Después del concierto, Gómez abandonó el lugar con dos socios empresariales pero fue interceptado por 10 camionetas. Su cuerpo apareció en un camino rural con indicios de estrangulación y varios magulladuras en el tórax y el abdomen, así como quemaduras en las piernas. Al parecer, sus socios fueron dejados en libertad indemnes.

Centenares de personas acompañaron el cadáver de Gómez el martes en su natal Ciudad Hidalgo, Michoacán.

Alrededor de 200 personas se congregaron en la ciudad de México, a donde el cadáver fue llevado por la noche. La gente interpretó las canciones más conocidas del grupo y algunos sollozaron mientras sostenían flores y fotografías.

Según medios locales de comunicación, los restos de Gómez serían incinerados y las cenizas enviadas a Indiana, donde viven su familia más cercana.

La también cantante Zayda Peña fue ejecutado con una brutalidad similar el sábado. Peña había sido herida de bala en el cuello el viernes en la ciudad de Matamoros en la frontera con la localidad estadounidense de Brownsville, Texas. Al día siguiente, fue muerta a tiros en el hospital donde convalecía de una cirugía por el primer atentado.

ciudadenvivo/AP/ Istra Pacheco

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